En un nuevo y bochornoso capítulo del desgobierno tuitero que encabeza Javier Milei, el presidente volvió a cruzar todos los límites de la ética pública al utilizar la imagen de Ian Moche, un niño con autismo, para intentar fustigar a Cristina Fernández de Kirchner. Lo hizo en sus redes sociales, como de costumbre, donde gobierna más con memes que con políticas. Esta vez, sin ningún tipo de pudor ni empatía, expuso a un menor con discapacidad en el marco de una pelea política de corte personal y revanchista.

El hecho resulta tan grave como revelador. Porque no se trata solo de una torpeza comunicacional o de un exabrupto impulsivo. Es una muestra cruda de lo que es este presidente: un hombre incapaz de distinguir el poder del abuso, la autoridad de la violencia, la disidencia del odio. Y cuando ese odio necesita combustible, Milei no tiene problema en arrojar a la hoguera incluso a un niño de 12 años que lucha por una sociedad más inclusiva.

La imagen compartida por el mandatario en Instagram mostraba a Ian junto a Cristina Kirchner, Sergio Massa y el periodista Paulino Rodríguez. El posteo se produjo poco después de que la expresidenta difundiera en sus redes el video de aquel encuentro, que tuvo lugar hace aproximadamente un año y cuyo objetivo era visibilizar la necesidad de mayor capacitación en salud y educación para tratar con personas autistas. Pero Milei no lo entendió así, o peor aún, eligió pervertir ese sentido con fines miserables.

El límite que Milei no conoce

En cualquier país serio, la utilización de la imagen de un menor con discapacidad con fines partidarios sería escándalo nacional. En Argentina, ya naturalizamos tanto el circo presidencial que parece que nada sorprende. Pero no por eso deja de doler ni de ser condenable. Porque esta vez no se trató de un meme, ni de una cita de Von Mises, ni de otra de sus desbocadas “catilinarias” contra “la casta”. Esta vez usó a un niño. Lo puso en el centro de una escena de agresión digital que viola su privacidad, desvirtúa su lucha y lo convierte en un blanco simbólico.

Las redes sociales estallaron. Hubo repudios de todos los sectores, incluso de personas que no simpatizan con el kirchnerismo. Un usuario sintetizó el sentir colectivo con precisión quirúrgica: “Siempre elige como enemigos a quienes son más débiles que él, jamás a los poderosos. Porque les tiene miedo”. Y no le falta razón. Milei no confronta con los dueños del capital financiero que lo sostienen. No embiste contra los fugadores seriales ni contra los cómplices de la deuda eterna. No. Prefiere pelearse con científicos, con docentes, con artistas, con mujeres, con jubilados y ahora también con un niño autista.

El odio como política de Estado

Este hecho no es aislado. Se inscribe en una lógica más amplia que atraviesa todo el discurso y la acción del gobierno libertario: la deshumanización del otro. El que no piensa como él es “una mierda”, “un parásito”, “un zurdo de mierda”, “un adoctrinador”, “un planero”. El odio no es solo una estrategia comunicacional: es la columna vertebral del mileísmo.

Pero el uso de un niño con autismo marca un punto de inflexión. Porque ya no solo se agrede a sectores sociales o políticos, sino que se pisotea la intimidad de un menor con una condición que exige respeto, contención y sensibilidad. Todo lo que Milei desconoce por completo.

¿Y los organismos? ¿Y la sociedad civil?

Resulta llamativo el silencio, hasta ahora, de organismos que suelen bregar por los derechos de la niñez y las personas con discapacidad. ¿Dónde está la Defensoría del Niño? ¿Dónde están las organizaciones que tanto levantan la voz por la inclusión? ¿Vamos a dejar pasar esto como si fuera parte del show? No hay libertad que justifique el atropello a la dignidad humana.

También cabe preguntarse qué dice esto de nuestra sociedad. Porque el presidente no gobierna en el vacío: lo hace con el aval de millones de personas que lo votaron. ¿Cuántos de esos votantes hoy miran para otro lado? ¿Cuántos justifican, minimizan o repiten el discurso del “todo vale si es contra Cristina”? ¿Hasta cuándo vamos a seguir normalizando la crueldad como si fuera parte del folclore político?

Un presidente sin brújula moral

Javier Milei no solo no tiene plan económico, ni equipo político, ni rumbo institucional. Tampoco tiene brújula moral. Se maneja como un troll con poder. Y ese poder lo usa para castigar, humillar y perseguir a quien ose pensar distinto. Esta vez le tocó a un niño. Mañana, quién sabe.

La política no puede permitir que esto pase de largo. La sociedad tampoco. Si alguna vez hubo un límite, fue este. Y Milei lo pasó corriendo.

Fuente:

  • https://www.mdzol.com/politica/polemica-javier-milei-utilizo-la-imagen-un-nino-autista-atacar-cristina-fernandez-kirchner-n1257874
  • https://www.enorsai.com/noticias/politica/bochorno-milei-uso-a-un-nino-autista-para-atacar-a-cfk-un-presidente-sin-limites-eticos/

Por Prensa

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *