El Estado le habría pagado a la actriz alrededor de 20 millones de pesos para lograr esa participación.
La entrevista con la China Suárez en el estreno del nuevo canal de streaming de la TV Pública prometía ser el golpe mediático que relanzaría la imagen de una emisora venida a menos. Pero el supuesto exclusivo que mostraba a la actriz hablando sobre su romance con Mauro Icardi, casamiento, hijos y hasta mudanzas internacionales, quedó sepultado bajo una denuncia mucho más potente: el Estado le habría pagado 15 mil dólares -alrededor de 20 millones de pesos- para lograr esa participación.
El dato, dado a conocer por el periodista Nacho Rodríguez en Radio 10 y que estalló internamente como una bomba, fue la gota que colmó el vaso en una redacción ya tensionada por salarios atrasados, precarización laboral y una creciente sensación de abandono por parte de las autoridades. «Para invitar a una celebrity tienen plata, pero para pagar sueldos no», fue la frase que se repitió en los pasillos del canal tras la polémica.
Aunque el canal intentó salir al cruce con un comunicado insólito -el primero en su historia para desmentir un pago a una figura-, la aclaración no hizo más que alimentar las sospechas. «No está en nuestras prácticas cobrar ni pagar por el espacio a ningún invitado», afirmaron desde la gerencia, en una explicación que dejó más dudas que certezas. ¿Por qué, entonces, una figura como Suárez, que no da entrevistas, elegiría debutar con un canal sin promoción, sin audiencia y con un conductor ignoto?
La respuesta parece estar en el detrás de escena. Según trascendió, la producción de la nota fue organizada con absoluto hermetismo por la gerenta de Relaciones Institucionales y Medios Digitales, Agustina Zeballos, junto a Joan González, en una gestión que generó malestar dentro del canal. «La Televisión Pública estrenó en el día de hoy un streaming, donde el día viernes se grabó una entrevista con la China Suárez como principal eje de este debut», había contado Rodríguez.
Y agregó: «Le pagaron la nota a la China Suárez, porque nada es gratis. La cifra que me dieron a mí son 15 mil dólares. 15 mil dólares en un mano a mano que va a salir hoy a la tarde». A eso se suma el detalle que el periodista a cargo -Gustavo Méndez- aseguró que el espacio fue «autofinanciado», lo que no solo no exime al canal de responsabilidad institucional, sino que abre un nuevo frente de críticas: ¿streamings personales dentro de una señal pública, sostenidos con qué fondos y con qué controles?
Mientras tanto, la nota en sí misma no aportó ninguna revelación sustancial. La ex Casi Ángeles habló del amor con Icardi, su compatibilidad con él, sus ganas de envejecer a su lado y la posibilidad de mudarse a Turquía. «Nunca me había pasado decir: ‘Tengo todo en una sola persona'», fue una de las frases destacadas de una entrevista que, por su tono liviano y contenido previsible, difícilmente justifique el enorme gasto denunciado.
El problema no es que la actriz cobre por hablar -algo habitual en los medios-, sino que sea el canal estatal, sostenido con fondos públicos, el que haga ese desembolso. Y peor aún: que lo haga sin dejar rastro legal alguno. No hay contrato firmado, no hay factura, no hay registro, lo que multiplica las dudas sobre la transparencia de la operación. Este estreno polémico ocurre en un contexto delicado para la TV Pública.
Con una programación casi sin producción nacional, sin ficciones ni contenidos educativos, la emisora está más cerca del olvido que de la reinvención. En abril, volvió a quedar penúltima en el rating, empatada con Net TV, y su nuevo enfoque hacia el espectáculo y el contenido banal parece no convencer a nadie. En paralelo, circula la idea de que el flamante streaming estatal serviría de puerta de entrada para otros proyectos privados que hoy atraviesan dificultades, como Carajo Stream, cuyos creadores buscarían amparo dentro de una estructura que, en teoría, se autofinancia pero en la práctica se gestiona con recursos públicos.
Todo indica que el debut del streaming estatal arrancó con el pie izquierdo: entre acusaciones de pagos irregulares, trabajadores indignados y una entrevista sin impacto real, lo único que se logró fue confirmar que la crisis de la TV Pública no es solo de audiencia, sino también de rumbo.