Se usan para el cáncer en etapas terminales y para algunas neuropatías; el PAMI dispuso que sus afiliados ya no tendrían ese descuento
Hay dolores tan fuertes que incluso nos llevan a dejar de lado todo impulso de supervivencia. Es lo que ocurre a veces en etapas terminales del cáncer o cuando se padecen ciertas neuropatías crónicas. Pero por fortuna mientras se trata la causa o cuando no es posible hacerlo, los médicos cuentan con estrategias de analgesia que, si bien no curan, alivian y permiten una buena calidad de vida. De allí que haya generado inquietud entre los especialistas la decisión de incluir en la lista de los fármacos excluidos del 100% de cobertura para afiliados de PAMI los opioides y otros remedios que se utilizan para este fin.
“El alivio del dolor es un derecho humano fundamental. Restringir el acceso a opioides sólo agrava el sufrimiento y termina incrementando costos. Es una decisión éticamente cuestionable –dice Gustavo de Simone, pionero en el país de la especialidad y fundador de la Asociación de Cuidados Paliativos y presidente de Pallium Latinoamérica–. Para muchos afiliados es una dificultad insalvable. Y a otros los obliga a un trámite de excepción que retrasa el acceso a la medicación, y potencia el dolor y el sufrimiento”.
Según se informó los últimos días de agosto, desde este mes rigen nuevas condiciones para la cobertura de 44 fármacos que antes se entregaban en forma gratuita. Entre ellos se incluyen la morfina, la metadona, la pregabalina y el tramadol, todos utilizados en el tratamiento del dolor de alta intensidad.
Ni siquiera se justifica desde un punto de vista económico, porque termina siendo un boomerang. Uno los indica, el paciente no los consigue o no puede comprarlos, va a la guardia, lo atiende alguien que no lo conoce bien, le pide un estudio, a veces lo deja internado y le dan la misma medicación, pero inyectable, que vale diez veces más. Es decir, que lo barato sale caro. Pero esto excede la parte económica. Es inmoral que frente a la situación de dolor y sufrimiento no haya un gesto de alivio que tampoco tiene un costo excesivo. No estamos hablando de intervenciones que ponen en riesgo el sistema de salud o la economía”
Como ejemplo, una caja de pregabalina que alcanza para una o dos semanas, dependiendo de la dosis indicada, cuesta alrededor de 25.000 pesos. Los que no puedan afrontar el costo de las medicinas y decidan pedir un subsidio social deberán enfrentar mayores exigencias, como tener ingresos netos menores a 1,5 haberes previsionales mínimos, no encontrarse afiliado a un sistema de medicina prepaga, no ser propietario de más de un inmueble y no poseer un vehículo con menos de 15 años de antigüedad.
Según explica De Simone, estos remedios se recetan cuando el paciente sufre dolor crónico de alta intensidad (es decir, que no se puede calmar con analgésicos antiinflamatorios, como el paracetamol, o el ibuprofeno). “Se da en el 80% de los pacientes con cáncer avanzado –precisa–. En esos casos, hace falta la morfina y, a veces, si hay intolerancia, otro opioide potente como la metadona. Y ambas fueron excluidas de la cobertura del 100%”.
Contrariamente a lo que se piensa, estos medicamentos pueden tomarse por vía oral, lo que les permite permanecer en su casa. “Hay absoluta seguridad y recomendaciones internacionales –subraya De Simone–. La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una declaración donde establece que el alivio del dolor se considera un derecho humano básico, universal. Hay suficiente experiencia y evidencia de los beneficios de tratarlo con estos opioides”.
De acuerdo con los especialistas, esta medida va en contra de la calidad de vida de las personas y también afecta a los profesionales, porque si la persona tiene que hacer un trámite de excepción, le lleva días o semanas sin acceder al alivio.
“Aunque se les tiene miedo, los opiáceos son de uso habitual –afirma Luis Fein, presidente del Grupo Argentino de Investigación Clínica en Oncología (Gaico)–. Hay varios, no solo la morfina. Son muy importantes para calmar el dolor oncológico en pacientes que hacen tratamientos paliativos, a los que a veces no les queda otra cosa. La pregabalina es una comedicación que ayuda, pero los opiáceos son fundamentales. Que ya no se los entreguen en forma gratuita es un problema nuevo para los pacientes oncológicos, que ya tienen muchos otros con PAMI”.
“Que no se haga nada para aliviar el dolor cuando se dispone de medicamentos eficaces para tratarlo, especialmente en el contexto de la atención al final de la vida, debería ser motivo de gran preocupación –afirmó Yukiko Nakatani, Subdirectora General de la OMS para Medicamentos y Productos Sanitarios–. Debemos abogar por que a las personas que necesiten morfina por razones médicas se les garantice el acceso seguro y oportuno”.
Y concluye De Simone: “Si el único objetivo es ahorrar dinero, no es la forma”.
Fuente: El Destape